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¿ CUAL ES LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE LA RAZÓN Y LA FE ?

  • (Autor: Jhon Walter Montoya Sierra )
  • 13 jun 2016
  • 12 Min. de lectura

El equivocado razonamiento científico es el causante de la crisis de la fe en el mundo.

No es extraño hoy en día ver y oír como los incrédulos insisten en que la religión revelada es hostil al avance de la filosofía y de la ciencia, se ha alegado que “el apego a los escritos antiguos que el Cristianismo fomenta, ha sido perjudicial para el descubrimiento de nuevas verdades y se ha presentado como un sistema que se interpone en el camino del progreso, ya que debido a su pretensión de infalibilidad, él mismo no puede cambiar y por consiguiente no dejará nunca de empeñarse en doblegar todas las opiniones ante sus criterios anticuados”. Por otra parte los hombres medio instruidos, aguardan cada día nuevos descubrimientos o teorías, con la esperanza de desacreditar el Cristianismo, eso sin contar con que los patrocinadores de la instrucción general, ven completamente irreconciliables los intereses del genero humano y los de la Iglesia cristiana y aunque no atacan de frente a la religión, si cuentan con que los descubrimientos y el intelecto humano, harán caer al Cristianismo. Si bien el pensamiento es la actividad y creación de la mente, la lógica nos enseña que debemos ordenar las ideas antes de expresarlas, de tal manera que lo primero que debe hacer el hombre es usar la razón para razonar sobre la existencia de Dios, y solamente después de aceptar y entender la creación partiendo de la existencia de un Creador, es que el hombre puede entrar en contradicción dialéctica, para poder encontrar la verdad de la razón; razón que siempre debe estar guiada por la fe.

Errores crasos de la comunidad científica como afirmar que el hombre desciende del mono, o que el Universo se creó a través de una explosión y es producto de la casualidad (teorías que de hecho no han podido ser demostradas en su totalidad), han contribuido a crear confusión y contradicción y han apartado a muchos hombres del camino de la fe, cambiando la verdad de Dios por las mentiras de los hombres, y desconociendo que Dios no se equivoca, sino ellos al no saber interpretarlo.

La Religión no a de tener miedo a estos debates, ya que la fe puede apelar sin temor a la recta razón, por su parte la investigación no hace sino reforzar los fundamentos de la revelación, ya que la Iglesia se basa es en la verdad y solo en la verdad (Whately), y como el Cristianismo es una religión erudita por descender del judaísmo, el filosofo debería divagar sobre sus novedades, aunque el teólogo siempre tendrá que someterse a aprender y defender lo escrito. Una cosa es bien cierta y es que la conducta de algunos cristianos ha favorecido puntos de vista erróneos, por estimular la imaginación debido a la misma antigüedad de la literatura cristiana y por exaltar los sentimientos de épocas anteriores, menospreciando las ideas modernas, mostrando la Biblia como el depósito de toda verdad tanto científica como religiosa y perdiendo de vista el conjunto de los fundamentos del Cristianismo, aún cuando el mismo San Pablo (2Tim.,3-16) nos habla sobre la verdadera utilidad de las Sagradas Escrituras, limitando su utilidad a los beneficios que reporta para enseñar, argüir, corregir y formar en la rectitud y en la justicia.

Por otra parte, los más grandes Científicos se han sentido obligados a someter su razón al Evangelio, y esto por lo menos muestra que la religión revelada no puede ser muy desfavorable a las investigaciones científicas, ya que hay notables coincidencias entre las pruebas a favor de la revelación y las pruebas de las cuales proceden las investigaciones de la naturaleza, ambas están de acuerdo en suponer que la naturaleza se rige por las leyes uniformes y fijas; la suposición de este sistema estable por la cual se guía toda investigación científica, es también el fundamento en que se apoya la racionalización de la religión revelada.

Fundamentos de sobra tuvo en su tiempo San Agustín, cuando sin negar la importancia de la razón, afirmaba que esta debía someterse a la fe, levantando su voz a favor de la Iglesia para defenderla de los feroces ataques del maniqueísmo y su astrología genetlíaca, que buscaban en los astros una explicación distinta del origen del mundo: “…todo esto llena de asombro y estupor a los ignorantes que tales cosas ignoran, pero en cambio, quienes las saben, llenos de complacencia, con impía soberbia se retiran de tu luz. Prevén los oscurecimientos del sol, pero no ven la oscuridad en que ellos mismos están, ya que no buscan con espíritu de piedad, de donde es que les viene ocasionalmente el pensamiento de que Tú Señor los creaste, no se entregan a Ti para que Tú guardes y conserves lo que creaste. Mundanos como llegaron a hacerse, no se inmolan ante Ti, no sacrifican como a volátiles sus pensamientos altaneros ni refieren a Ti la curiosidad con que pretenden moverse entre los misterios del mundo, así como los peces se mueven en los escondidos fondos del mar, ni matan sus lujurias como se matan los animales del campo, para que Tú, que eres un fuego devorador, consumas sus muertos desvelos para recrearlos en la inmortalidad ". (Las Confesiones).

Por su parte Santo Tomás de Aquíno planteó la compatibilidad entre la enseñanza de la fe y los descubrimientos de la razón, argumentando que la razón y la fe, no eran caminos opuestos, sino que los dos caminos se complementaban para llegar a la verdad, y lo refiero concientemente en pasado pues hoy en día la soberbia filosófica y científica está buscando sus propias verdades, olvidando que por fe, el hombre también tiene la capacidad para buscar la verdad. En su libro “Suma Teológica”, Tomás de Aquino nos plantea cinco vías para demostrar la existencia de Dios, Vías que además son también principios científicos claros como son: El Movimiento, La Eficiencia, La Contingencia, Los Grados de Perfección y La Finalidad; vías o caminos que científicamente hablando conducen indiscutiblemente a Dios.

Ahora bien, existen una serie de cualidades que deben tener tanto la razón como la fe para trazar caminos paralelos en la búsqueda de la verdad, cualidades que agrupa de manera práctica el Cardenal Jhon Henry Newman en su libro “FE Y RAZÓN” y que me permito mencionar a continuación: EL TALANTE MORAL de la tradición judeo-cristiana es la cualidad más valiosa y la que le da su perfección de la naturaleza humana, según la Biblia los hábitos del alma que son los únicos que agradan a Dios, son precisamente los hábitos necesarios para el éxito de la investigación científica y sin los cuales es imposible ampliar el ámbito de nuestro saber, esto constituye un argumento a favor del cristianismo por los beneficios tanto espirituales como intelectuales que ha otorgado al mundo. LA SERIEDAD. Es evidente que la búsqueda en serio de la verdad es un requisito indispensable para encontrarla y las personas que real y sinceramente la buscan, empiezan teorizando e imaginando un sistema inventado que resulta conforme a los diversos fenómenos del mundo cuando se aplican al estado real de las cosas. "Para construir cualquier teoría seria sobre la naturaleza, se debe empezar por la investigación, excluyendo la fantasía y la autoridad humana" (Francis Bacon); esta definición es apoyada por la Biblia cuando nos dice que la verdad es algo demasiado sagrado y religioso para que se sacrifique a la simple complacencia de la fantasía, a la diversión de la mente, al espíritu de partido, a los prejuicios educativos, al apego, a las opiniones de maestros humanos o a cualquier otro sentimiento cuyo influjo toleraron los antiguos filósofos en debates que pretendían ser serios e importantes. LA HUMILDAD ante los hechos es condición del investigador, así como también la modestia, la paciencia y la precaución son disposiciones anímicas tan necesarias como la seriedad y el rigor para la investigación. La naturaleza exige a quienes quieran conocer sus maravillas recónditas y revelar sus misterios ocultos, que tengan un espíritu humilde, así como no dejarse llevar por la imaginación, ya que esto es hostil al espíritu de la filosofía y ha inducido al error a muchos que pensaban que no podían equivocarse al seguir los impulsos naturales de su mente. Solo gracias a una DISCIPLINA exigente y agotadora, la mente aprende a superar los principios o actitudes de inferior calidad que la obstruyen en la investigación filosófica y a moderar las facultades y sentimientos más nobles que también son perjudiciales cuando traspasan sus límites. Ser desapasionado, cauteloso, jugar limpio, dar importancia a cada fenómeno de la naturaleza, aceptarlo, estar dispuesto a permanecer ignorante por un tiempo, resignarse ante las dificultades, proceder con paciencia y mansedumbre, son actitudes únicas para interpretar la naturaleza y es precisamente el talante que el Cristianismo propone como perfección de nuestro carácter moral. LA COLABORACIÓN UNIVERSAL. El espíritu de fraternidad y de colaboración por causas comunes, que en épocas recientes se ha identificado con el espíritu científico, es heredado innegablemente del Cristianismo, ya que las escrituras sagradas fueron las primeras en explicar e inculcar un espíritu sin doblez, modesto, circunspecto y generoso, tan necesario para el éxito de las investigaciones científicas.

La posición de la Iglesia a este respecto es clara y fue fijada oficialmente mediante la encíclica “FIDES ET RATIO” (Fe y Razón), redactada por el Papa Juan Pablo II, donde se pone de manifiesto que la investigación científica no tiene visión moral y si bien no debe limitarse la razón para no perderse o desviarse en la búsqueda de la verdad, nadie debe apartarse tampoco de las verdades universales y perderse con sus pequeñas verdades particulares ya que la verdad es un postulado de la razón humana y es el fin del actuar del hombre, y si no es por revelación, esa verdad debe entonces estar iluminada por la luz de la razón. Desafortunadamente y desde mi punto de vista, esta luz algunas veces no brilla como debería brillar, y en el peor de los casos ni siquiera está encendida, aunque aquí vale la pena citar a Schopenhauer y su enunciado: “las religiones son como las luciérnagas que necesitan de la oscuridad para brillar”.

La palabra de Dios es clara al enseñarnos que la sabiduría todo lo sabe y todo lo entiende; y si bien es cierto que la teología nace del discernimiento del pensamiento filosófico, también es claro que la razón debe respetar el camino del hombre y su temor a Dios, ya que aunque el hombre con la razón puede alcanzar la verdad, se debe adquirir esa sabiduría es a través de la revelación, pues el conocimiento no se fundamenta solo en la observación sino también en la fe. Su Santidad Juan Pablo II fue claro al afirmar que el acto de confiar en Dios, es una elección basada en la voluntad y en la inteligencia ya que todo tiene un doble orden de conocimiento: Razón y Fe. Desde tiempos inmemoriales ya los libros Sapienciales nos muestran como la fe y la razón son inseparables y que ayudada con la fe, la razón es capaz de comprender el sentido de la vida.

La pregunta es entonces: ¿ Cómo se explica que siendo el auténtico talante científico tan afín a la índole del Cristiano inculcada por las Escrituras, existan entonces personas destacadas por sus descubrimientos científicos que tienen una mala disposición de ánimo hacia las doctrinas que la revelación impone a nuestra conciencia?. Siguiendo los lineamientos y enseñanzas del Cardenal Henry Newman, podríamos responder que la humildad y la docilidad que las escrituras inculcan, van unidas a principios aún más respetables y a doctrinas más sublimes que los que requiere el talante anímico según el cual debe proceder la investigación. Según Newman, el Científico tiene que reconocer que está expuesto a engañarse por razonamientos o apariencias falsas, a inclinarse bajo la influencia de los prejuicios y a los extravíos de la fantasía; es y debe ser humilde porque se da cuenta que es ignorante, es cauto porque sabe que es falible y es dócil porque realmente desea aprender; esta trilogía de virtudes, son propias de la humildad profunda del Cristianismo que llega a descubrir la responsabilidad que tiene en su deuda personal ante Dios. El científico también debe reconocer que en su rebeldía ante Dios, ha quebrado el orden de cosas justo y bueno establecido por el Creador, y confesar que es imperfecto, así como el Cristiano siente y confiesa que es pecador y corrupto. Pero la doctrina de que el hombre ha perdido la gracia y ha sido degradado de su rango natural y original, de que pecando ha introducido una mancha en la obra de Dios, de que es culpable ante el tribunal del cielo y de que está haciendo continuamente cosas que repugnan a la vista de la Santidad Divina; es muchísimo para sublevar la mente de la mayoría y muy contrario a sus ideas de orden, armonía y perfección del sistema de la naturaleza y también muy en desacuerdo con los sentimientos de estima con que desean considerarse así mismos (cuando lo que deberían de tener es un espíritu humilde y dócil a la voluntad de Dios que sea obediente y que practique su ley); pero ya que todo el sistema de la fe cristiana depende de esa doctrina que está respaldada por la muerte de Jesucristo para redimir al hombre y por la acción del Espíritu Santo; no es de maravillar que aparezcan entonces, seres humanos admirables por su talante científico y su éxito en la investigación de la naturaleza, y que pese a esto, sean discípulos indignos de la escuela del Evangelio.

Me Cuestiono personalmente si no nos hemos devuelto más bien a la época de la Dialéctica del siglo XI, cuando se sostenía que la razón valía más que la fe, pues era lo que hacia al hombre semejante a Dios; o a unos pocos siglos después cuando personajes como Juan Duns Escoto defendía la teoría de que en el ámbito natural no hacia falta la fe, pues el hombre no necesitaba de ningún conocimiento sobrenatural, en tanto que Guillermo de Ockham promulgaba que la experiencia era la única fuente de conocimiento y que la teología no podía ser ciencia por no poder demostrar ninguna de sus doctrinas; que falta le hace hoy en día a la Iglesia universal, defensores del talante de San Buenaventura o de Santa Teresa de Jesús que se opusieron firmemente en ese entonces a estas falsas y equivocadas doctrinas y demostraron que la fe era el camino correcto para llegar a Dios que era y que es la única verdad; y aún en épocas recientes una teóloga de las características de Edith Stein, que contra toda posibilidad por su condición de prisionera judía de los nazis, defendía que hay algo más allá de la razón que aún no hemos entendido y que la única manera de entender la relación con Dios es desde la razón.

Para algunos hombres con un espíritu científico cerrado, el Cristianismo es incomprensible, pues estas personas, al mejor estilo del empirismo y del positivismo, consideran al Cristianismo como un sistema servil y perjudicial para la libertad del pensamiento, para el talento extraordinario y para los proyectos de carácter emprendedor, pues parten de la suposición de que el alma humana está dañada( quizás solamente las de ellos), y lo consideran antinatural y pernicioso porque según sus propias palabras:“vuelve a los hombres incapaces para esta vida, al fijar sus pensamientos en otra, y estimula el espíritu monástico y las extravagancias del fanatismo”. La comunidad científica al día de hoy aún no ha podido controlar el clima, ni las enfermedades, ni siquiera a los seres humanos, pero por lo menos deberían aprender a controlarse a si mismos.

El Concilio Vaticano II responde a esta objeción en la constitución “Gaudium Et Spes”, argumentando que el ateísmo moderno es quien por su misma naturaleza, obstaculiza la liberación económica y social, pese a que es “Cristo quién anima, purifica y fortalece los proyectos y contribuye a asegurar la paz y a establecer el fundamento sólido de una convivencia fraternal”. El espíritu científico que nació del Cristianismo se ha revelado contra el, debido a que los principios de la ciencia se han vuelto más independientes del sistema religioso, apartándose de la Iglesia y renegando de la madre a quien tanto deben. Para que esto no aumente debemos cuidar la educación religiosa temprana que sin ninguna duda, deben recibir todas las personas, tanto de clases elevadas como de las más humildes de la comunidad.

Resumiendo mi tesis, yo me atrevo a lanzar preguntas temerarias como: ¿ Se debe dar la razón a la fe?, ¿No está acaso la comunidad científica retando a Dios?, ¿ La arrogancia humana no debe someterse más bien a la sabiduría Divina?. Comunidad Científica, yo les pregunto hoy: ¿ Cuando será suficiente?. Nuestro manual de funcionamiento humano (la Biblia), nos enseña esas respuestas instándonos a adquirir esa humildad que tanto necesitamos: “...Cuanto más grande seas, más deberás humillarte; así agradarás a Dios. Porque grande es su misericordia y Él revela a los humildes sus secretos. No busques lo que es demasiado elevado para ti, ni quieras saber lo que es demasiado difícil. Procura entender lo que Dios te ha mandado y no te preocupes de lo que está en secreto. No te inquietes por lo que te sobrepasa, pues lo que has visto ya es demasiado para ti. Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas y falsos pensamientos que han desequilibrado su mente” (Eclesiástico 3, 18-24). De tal manera que la comunidad científica debe tomar el camino de regreso a casa, como el “hijo prodigo” por no decir “descarriado”, que se alejó y se equivocó, pero que recapacitó y volvió; razonemos entonces pero al mejor estilo de Jesús, modelo de Fe y de Razón, dos hermanas inseparables, hijas de la Iglesia, que nacen ambas de Dios (Ciencia y Fe), que no chocan por sí mismas, pues la relación común que las une es el Espíritu Santo y que deben ser más bien un equipo de choque y un modelo perfecto en el campo de la misión, que necesita hombres de razón pero también hombres de fe, para generar un movimiento nuevo que ayude definitivamente a establecer el reino de amor y de justicia que Dios ha soñado desde siempre para toda la humanidad.

BIBLIOGRAFIA

- LA FE Y LA RAZÓN, sermones universitarios……………….(Jhon Henry Newman) -LENGUAJE FILOSÓFICO Y TEOLÓGICO, apuntes……..(Dra. María T. Peñaloza) - ELEMENTOS DE LÓGICA………………………………………..(Richard Whately) - LAS CONFESIONES, libro 5………………………………………(San Agustín) -SUMA TEOLÓGICA, primera parte, capítulos 2 y 3…….(Santo Tomás de Aquino) - FIDES ET RATIO (FE Y RAZÓN),encíclica……………………….(Juan Pablo II) - CARTA DE SAN PABLO A TIMOTEO, (2Tim.3-16)……………..(Sagrada Biblia) - LIBRO DEL ECLESIÁSTICO,(EC.3,18-24)……………………….(Sagrada Biblia) -CONCEPTOS PERSONALES……… …………………….(Jhon Walter Montoya)


 
 
 

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